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Martín

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Al volver del viaje de Ciencias Económicas continúe con mi trabajo como contador en una consultora, pero estaba todo el tiempo haciendo capacitaciones online sobre fotografía. Me volví fanático y eso que arrancó como un hobby se transformó en mi empleo.

Mi vocación no era clara. Quería hacer una carrera y me anoté en Ciencias Económicas por descarte porque en el liceo me llevaba mejor con los números. Intuía que la profesión me podía abrir un montón de puertas y cuando empecé a estudiar me sentí cómodo. Es más, si alguien me hubiera dicho diez años atrás que hoy me dedicaría de forma profesional a la fotografía no lo hubiera creído. Fue todo casualidad.

Tenía un buen celular y por eso era el encargado de documentar y registrar todos los eventos y reuniones. Me preocupaba por capturar imágenes de calidad y conseguir buenos encuadres, aunque desconocía la técnica. Unos meses antes de hacer el viaje de Ciencias Económicas me anoté con un amigo a un taller de fotografía que dictaba otro amigo. Hace cuatro años me compré una cámara especial para hacer el viaje y esos meses me sirvieron de training. Visité lugares increíbles, pero miro esas fotos hoy y son un desastre.

Al volver continúe con mi trabajo como contador en una consultora, pero estaba todo el tiempo haciendo capacitaciones online sobre fotografía: buscaba artículos, miraba videos y tutoriales. Me volví fanático y eso que arrancó como un hobby se transformó en mi empleo. Empezaron a surgir oportunidades para trabajar en esa área de forma paralela a mi rol como contador y así me metí en ese mundillo.

El primer trabajo pago fue sacar fotos sociales para un evento en el Hipódromo de Maroñas. El quiebre sucedió a partir de un evento en la Caja de Profesionales. Mi actual socio, Santiago Rovella, necesitaba una mano para esa jornada, y un amigo en común nos presentó. Fui a ayudarlo para esa actividad concreta, quedamos en contacto y así empezamos a trabajar juntos. Fundamos el estudio fotográfico Chiesa – Rovella.

Un día de 2014 surgió la posibilidad de hacer la primera boda y nos tiramos al agua de cabeza sin tener ningún tipo de experiencia en este tipo de eventos. Recuerdo que hubo mucho nervio esa noche y los días previos, pero al ser el primer casamiento que hacíamos lo planificamos mucho, confieso que demasiado. Fuimos antes un día a la iglesia para ver la locación, practicamos cómo sería y vimos cómo pararnos. También realizamos una sesión de fotos previa a la boda con la pareja y también fuimos antes al lugar para analizarlo. Por suerte salió bien: los novios quedaron contentos. Hoy ya estamos aceitados y nos permitimos basarnos más en la intuición.

Renuncié a la consultora y durante un tiempo tuve algunos clientes particulares. Hice ambas actividades en paralelo durante un tiempo y hace dos años me incliné 100% por la fotografía porque considero que hay que dedicarse de lleno a algo y hacer dos cosas a medias no me servía. Lo que más me gusta de mi trabajo como fotógrafo es la flexibilidad de horarios, trabajar sin traje y corbata, y la posibilidad de seleccionar, editar y mejorar las imágenes. El 95% de las horas que dedico a la fotografía son de casamientos. Llevamos hechas más de cuarenta bodas, pero también hemos realizado algún evento empresarial y retratos.

También me apasiona la fotografía de paisajes. Este año viajé con mi novia dos meses por Asia, y más allá de vivir experiencias alucinantes, conocer otras culturas, ahora está plus de obtener una buena foto en lugares espléndidos. Eso me aporta mucho.

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